«Creo que el riesgo no deber ir asociado a esta forma de escalada. Como en la gimnasia, el boulder es puro movimiento. No tienes que preocuparte por la protección, por caer al suelo. Así es como yo lo veo y nadie que conozca lo entiende así». Estas palabras son de John Gill, el primer escalador que consideró el boulder como una disciplina en sí misma, y se refieren a la opinión de coetáneos suyos como Yvon Chouinard o Royal Robbins, que pensaban que la escalada, en todos los sentidos, siempre debía contener un componente de riesgo y compromiso.
Gill es uno de los nombres clave en la historia y orígenes del boulder, aunque todo se remonta a unos cuantos años más atrás. Este es un recorrido por los principales nombres y protagonistas pioneros de una modalidad de escalada que actualmente cuenta con legiones de seguidores y que sigue rompiendo esquemas.
Oscar Eckenstein y Alesteir Crowley, pioneros
De padre alemán y madre inglesa, Oscar Eckenstein nació en Inglaterra en 1859. Fue un notable alpinista y también escalador en roca. Eckenstein formó parte en 1902 de la primera expedición que intentó coronar el K2, la segunda cima más alta de la Tierra. El líder de esta aventura fue, ni más ni menos, el místico ocultista Aleister Crowley, con el que Eckenstein mantenía una buena amistad.
Antes de viajar a la cordillera del Karakórum, durante la última década del siglo XIX, Oscar Eckenstein fue uno de los pioneros en la primera edad de oro de la escalada británica. Lugares como el Lake District o Llanberis Pass (norte de Gales), fueron sus terrenos de juego. Precisamente, en esta segunda zona, Eckenstein realizó los que se consideran los primeros pasos de boulder de la historia.
Con la gimnasia como referencia, Eckenstein aplicó ésta a la escalada sobre bloques, donde predominaban los pasos técnicos y de equilibrio. Sin saberlo había inventado el boulder. Por esa misma época, en 1898, su amigo Aleister Crowley había dejado reseñado en el libro de visitas del hotel Wastwater, en el Lake District, lo que podría ser la primera guía de boulder de la historia.
Las historias de Eckenstein y Crowley, precisamente, son el origen del lema de la gente de Belmez Attitude: Bouldering Came First. La escalada con cuerda era algo todavía testimonial y muchas primeras ascensiones se habían realizado sin este elemento de seguridad. El boulder había llegado primero.
Pierre Allain, exploración en Fontainebleau
A Barbizon, en pleno bosque de Fontainebleau, en Francia, llegaron a mediados del siglo XIX pintores ilustres como Jean-François Millet o Théodore Rousseau en busca de la inspiración de la naturaleza virgen.
Posteriormente, ya en el siglo XX, alrededor de 1930, otros artistas fueron a parar al bosque mágico: los escaladores. Los encabezaba Pierre Allain, que buscaba en los bloques de Bleau un lugar donde poder entrenar para afrontar después empresas mayores en los Alpes.
Rápidamente se formó un sólido grupo de escaladores denominados Bleausards que abrieron numerosos pasos de bloque en el bosque. En 1934 llegó el primer problema de quinto grado, La Fissure des Alpinistes, de la mano de Pierre Allain, el mismo que poco después abriría el técnico y mítico L’Angle Allain 5+, en Cuvier Rempart.
El boulder creció con suma facilidad en Fontainebleau, quizás gracias a la cercanía con la capital gala, París, un cómodo acceso en tren, y una climatología más o menos amable. Nombres como los de Raymond Leninger o los hermanos De Lépiney son también importantes en la historia del bosque, junto al de Allain.
Hoy en día se siguen abriendo problemas en Fontainebleau, un destino considerado la meca del boulder a nivel mundial, que alberga algunos de los problemas más famosos y deseados en cualquier grado de dificultad.
John Gill, puro movimiento
Al otro lado del charco, en Estados Unidos, John Gill se inició en la escalada clásica en 1953, aunque muy pronto, igual que habían hecho sus predecesores Oscar Eckenstein o Pierre Allain, empezó a interesarse en los pasos sobre vías cortas o bloques, en el gesto.
Gill trasladó sus capacidades gimnásticas a la roca, buscando la pureza del movimiento tanto en planos verticales como desplomados, y fue el primero en entender el boulder como una disciplina en sí misma. Gill también fue quien desde la gimnasia de competición introdujo el uso del magnesio para la escalada.
Durante 1950 y 1960 abrió problemas de boulder más duros que los existentes hasta entonces. A finales de los años 50, en los Tetons, en las Rocosas de Estados Unidos, Gill estableció referentes de la dificultad entre los grados V8 (7B+) y V9 (7C), y en 1961 escaló Thimble, en las Needles de Dakota. Esta ascensión se considera uno de los primeros highball de la historia, con 10 metros de altura y una dificultad de V4/5, equilavente a un 5.12 (7a+) de vía.
Su aportación más destacada al mundo del boulder es lo que se conoce como controlled dynamics, que se podría traducir como «movimientos dinámicos controlados», o en un lenguaje más cercano a la escalada, como «lances». Para Gill esta técnica consiste en el desplazamiento armonioso de una presa a otra, buscando la economía de medios y un mayor rendimiento.
El boulder moderno
La historia podría seguir adelante con muchos más nombres, pero sería casi interminable… Sin duda alguna, los escaladores que protagonizan este reportaje fueron los más significativos e influyentes, pioneros en su época, y han marcado la evolución del boulder como disciplina de escalada.
Después llegaría gente como Ron Kauk, que escaló por primera vez los siete movimientos más famosos del mundo con Midnight Lightning V8 (7B+); Jacky Godoffe, que abrió el primer 8A de Fontainebleau; Fred Nicole, con la primera propuesta de 8C en Dreamtime; Dave Graham, con el primer 8C confirmado mundialmente en The Story of Two Worlds; Christian Core y su Gioia 8C+; o la primera propuesta de 9A a cargo de Nalle Hukkataival con Burden of Dreams.