Sean Bailey tras su derrota en el Panamericano: «Cuanto más te dicen que no sirves más te lo crees»
El norteamericano de 27 años es uno de los mejores escaladores de su generación. Es uno de los pocos que ha alcanzado el 9b+ en deportiva y el 8C+ en boulder y también cuenta con victorias internacionales en pruebas de la IFSC. Debería ser suficiente para profesionalizarse
Desde que la escalada se convirtió en deporte olímpico, debutando como tal en Tokio 2020, los competidores y competidoras que decidieron luchar por el sueño de participar en unos Juegos Olímpicos vieron como se añadía un componente extra de presión a su rendimiento y resultados. Ya no era suficiente con trabajar y entrenar para estar lo más arriba posible, o en un podio, como no, en una prueba de la Copa del Mundo o en el Campeonato del Mundo de Escalada. Ahora, además, había que emplearse a fondo para conseguir clasificarse para los Juegos.
Esta circunstancia ha provocado algunos cambios en el entorno de la escalada, no solo respecto a la exigencia deportiva sino también en cómo la industria valora la visibilidad de los atletas a los que patrocinan. Hasta hace bien poco escalar en roca un grado como 9b en deportiva u 8C+ en boulder podía ser suficiente para conseguir un patrocinio más o menos decente. Si además, el o la escaladora competían, mejor. El impacto de una competición internacional de la IFSC, y ya no hablemos de unos Juegos Olímpicos, sobre la audiencia generalista es mucho mayor que el que puede tener un escalador o escaladora que encadene un 9a, 9a+ o 9b en roca. Las competiciones se retransmiten en televisión o plataformas de streaming, del encadenamiento en roca se entera relativamente poca gente.
Entonces, si un atleta es capaz de escalar 9b+ en roca, gana alguna prueba de la Copa del Mundo de Boulder o Dificultad y por norma general entra en buena parte de las finales de las pruebas que disputa, ¿debería contar un buen patrocinio? ¿Sería suficiente para que se dedicara profesionalmente a la escalada? Creo que estaremos de acuerdo en que la respuesta a estas dos preguntas es un sí.
Sean Bailey habla
El motivo de la introducción anterior está relacionado con la opinión que Sean Bailey publicó hace unos días en su cuenta de Instagram. Bailey es uno de los mejores escaladores norteamericanos de su generación. Durante el otoño de 2020 escaló sus dos primeros problemas de V16 (8C+), Box Therapy y The Grand Illusion, y en septiembre de 2021 encadenó Bibliographie 9b+. Entre estos logros en roca, además, durante el verano de 2021 ganó dos pruebas de la Copa del Mundo de Dificultad, una en Villars y otra en Chamonix.
A finales de octubre participó en los Juegos Panamericanos 2023, que tuvieron lugar en Santiago de Chile (Chile). Bailey buscaba la victoria allí, un resultado que le daría acceso a los Juegos Olímpicos de París 2024. El triunfo acabó siendo para su compañero de equipo, Jesse Grupper, desvaneciéndose así el sueño de Sean.
La derrota que sufrió en el Panamericano desencadenó la publicación de las reflexiones del norteamericano sobre sus sentimientos y relación con la industria de la escalada. Sus palabras son sorprendentes. ¿Un escalador de su talla no puede profesionalizarse por completo? Así lo explica Bailey:
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«Tenía otra oportunidad para hacer realidad mi sueño de ser olímpico y la perdí. Por una sola plaza. Otra vez…»
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«No sé cómo expresar mi experiencia los Juegos Panamericanos. A primera vista, la competición fue terrible. Tuve que competir contra compañeros con los que se suponía que deberíamos competir juntos. Todo por un billete olímpico. Y, evidentemente, no puedo estar más descontento con mi resultado. Tenía otra oportunidad para hacer realidad mi sueño de ser olímpico y la perdí. Por una sola plaza. Otra vez…
Jamás había estado bajo tanta presión. Porque competía contras mis amigos y porque podía ser prácticamente mi última oportunidad para estar en París. Y sé que lo merecía. No quiero que me malinterpreten. No lo merecía yo y el resto de compañeros no, pero sé qué lo merecía porque me puse a prueba y creí en mí mismo. Creía que con la preparación correcta, en el día adecuado, podría haber hecho algo especial en París. No sé qué era ese algo pero existía.
Sinceramente, la razón real por la que sentía que estaba bajo tanta presión no era simplemente por conseguir un billete para los Juegos, sino que estaba luchando por mi carrera. Durante el último año y medio he luchado por intentar convertirme en un escalador profesional. Para mí, es difícil expresar con palabras los sentimientos de pérdida y traición cuando escucho a las marcas que respetaba decir que no ven ningún tipo de valor en mi figura. Y aún es más difícil expresar la falta de autoestima que eso ha supuesto. Pero ahí está ese sentimiento. Cuanto más te dicen que no sirves más te lo crees, y existe una gran desconexión entre la persona que creo que soy y lo que las marcas dicen sobre mí.
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«Nunca tuve un plan b, porque creía en mis capacidades y creía que si las ponía en práctica mis sueños se harían realidad»
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No importa cuanta gente en la que confío me diga lo que valgo; la incertidumbre sigue calando. Si realmente tengo un impacto y valgo, ¿por qué no me cuidan? La escalada y su comunidad me salvaron la vida. La comunidad escaladora me crio y esa es la razón por la que vivo como escalador y moriré como escalador. Por eso, cuando empecé a trabajar para convertirme en un escalador profesional siempre creí en mí. Nunca tuve un plan b, porque creía en mis capacidades y creía que si las ponía en práctica mis sueños se harían realidad. Y así fue. Miro hacia atrás y lo conseguí… Fui el primer competidor masculino norteamericano en ganar una prueba de la Copa del Mundo de Boulder en 10 años; el primer competidor masculino norteamericano en ganar una prueba de la Copa del Mundo de Dificultad en no sé cuánto tiempo; hice realidad unos objetivos en roca que mi yo adolescente ni habría imaginado.
Me acuerdo de todos los vídeos que veía una y otra vez porque éste era mi sueño. Todo lo que quería era escalar esas vías. Y no estoy escribiendo estas palabras porque me crea todo eso, sino para recordarme a mí mismo lo agradecido que estoy a la escalada por lo que me ha dado. Lo escribo porque ni sé expresar lo desesperado que me siento. Desesperado por haber hecho todo lo que podía y por haber alcanzado muchos de los objetivos que me marqué. ¿Todo eso no ha sido suficiente para asegurarme una carrera como escalador profesional?
Hay una parte positiva en no alcanzar el sueño olímpico. Algunas cosas me cambiarán, otras no. Sé cuál es mi camino: la escalada. Estoy emocionado por perseguir otras metas y mantener mis sueños vivos. Eso no significa que lo haya hecho todo en la escalada, sino que significa que tengo más tiempo para convertirme en alguien más sabio.
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«Creo que la dirección que ha tomado la industria genera injusticias para muchas personas»
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No pretendo que este mensaje sea negativo, pero me siento obligado a ser honesto. Todos tenemos altos y bajos en el camino y a través de éste hay algo que está claro para mí. No quiero que las generaciones futuras de escaladores sufran en la pérdida de seguridad que yo he sufrido. Quiero que sientan que las posibilidades son infinitas, igual que lo sentí yo. Quiero pensar que si dedican sus vidas a la escalada se les tenga en cuenta y que hay un lugar para ellos y ellas, porque lo está pasando ahora es complicado. Creo que la dirección que ha tomado la industria genera injusticias para muchas personas. Creo que es difícil encontrar algo en la vida a lo que te puedas dedicar y yo me siento afortunado por haberlo encontrado en la escalada. También estoy contento porque gente a mi alrededor lo ha encontrado igualmente. Espero que algún día los líderes de la industria se den cuenta de todo esto. Espero que puedan apreciar a esas personas tal y como yo lo hago. Eso es lo que convierte a la escalada en lo que es. La escalada se sostiene sobre gente que decidió dedicarse a ella por el resto de sus vidas, porque es lo que aman».