La escalada en todas sus expresiones, igual que cualquier otro deporte, no vive ajena al progreso. Dos de las disciplinas más modernas del mundo vertical, la escalada deportiva y el boulder, han crecido exponencialmente en número de practicantes en pocos años. El crecimiento implica evolución, y la evolución implica adaptación.
Muchas voces alzan la voz disgustadas respecto al estilo actual de las competiciones de escalada. El escalador profesional Jakob Schubert, por ejemplo, opinó hace un tiempo que éstas estaban tomando un camino diferente al de la escalada, principalmente motivado por las nuevas formas de las presas o volúmenes y por el route setting. Poco tenían que ver ya con lo que después encontrábamos en la roca.
A pesar de que Schubert no estaba contento con lo que veía en las competiciones, no tuvo más remedio que adaptarse. Y tampoco le va mal que digamos… El año pasado ganó dos medallas de oro y una de bronce en la Copa del Mundo de Dificultad. Y en 2018 ya se ha colado en alguna final de la Copa del Mundo de Boulder también.
Ese criticado estilo de las competiciones puede que a veces se acerque más al parkour o a pruebas del concurso televisivo Ninja Warrior, motivo por el cual quien lo critica dice que la resina está matando a la escalada en roca. También critican a los rocódromos o salas de boulder que han seguido esa tendencia, y aprovisionándose de las mejores presas de escalada del mercado, empiezan a equipar problemas de bloque o vías futuristas. Eso no tiene nada que ver con la escalada, dicen.
Me pregunto si tendrán razón… aunque rápido salgo de dudas. Poniendo los datos sobre la mesa es fácil rebatir a ese sector crítico, incapaz de entender cómo está evolucionando la escalada.
Hablan los rotpunkts de los mejores escaladores del mundo
Uno de las sentencias que más repiten los que aún viven en el pasado es: «Hoy en día, los escaladores de competición no se mueven en la roca». Que no encadenan nada vamos. Bien, pues hagamos memoria.
Alex Puccio ganó la semana pasada la prueba de la Copa del Mundo de Boulder disputada en Vail, en Colorado (USA). Puccio les dio brea a Akiyo Noguchi y Miho Nonaka en la final, las japonesas que venían dominando toda la temporada. Y vaya, la norteamericana tiene cuatro problemas de 8B+ encadenados en roca. ¿Y Margo Hayes? Afamada competidora que cuenta con el primer 9a+ encadenado por una mujer.
Pensamos en Jakob Schubert. Él opinó abiertamente sobre el tema como comentaba antes. Pero tampoco les podemos dar la razón a los contrarios a la evolución. Schubert encadenó a principios de 2018 el problema Catalan Witness The Fitness 8B+/C al flash, en la Cova de l’Ocell, y Stoking The Fire 9b, en Santa Linya.
Si nos fijamos en los más jóvenes, me viene a la cabeza el nombre del japonés Shinichiro Nomura, que a finales de 2017 encadenó en el día dos problemas de 8C y uno de 8B+, en la zona de Shiobara (Japón).
Sin irnos tan lejos, y también entre los juveniles, nos fijamos en los resultados de la última prueba de la Copa de España de Dificultad, disputada en Zaragoza, el 9 y 10 de junio. Al cajón más alto del podio de la categoría sub20 subió Jorge Díaz-Rullo. Y tampoco se le da mal la roca. A finales de mayo encadenó Esperanza 8c+/9a, en Colmenar Viejo (Madrid), y un mes antes había tachado Seta Total 9a, en Cuenca. ¿Sigo?
La escalada indoor está en un momento muy dulce y en roca seguimos viendo como los mejores desafían los límites de la dificultad. Los dos mundos evolucionan de forma paralela y aunque sí es verdad que ahora para competir en resina hay que entrenar siguiendo nuevas técnicas, una disciplina no está matando a la otra. Conviven en perfecta simbiosis, no hay vencedores ni vencidos, y sigue habiendo una transferencia entre ambas.