4 de mayo de 2024
E9 Planet

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Una historia vital

La sincera reflexión de James Pearson tras decidir el grado de ‘Bon Voyage’

El británico propone E12 (9a) para la línea que estableció en Annot (Francia) a principios de año. Pearson argumenta su decisión a través de una extensa reflexión

James Pearson escalando en Annot
James Pearson en la sección del crux de 'Bon Voyage', en Annot. Foto / Raphaël Fourau
 

James Pearson encadenó a principios de año una vía llamada a ser la línea de trad más difícil del mundo, Bon Voyage, en Annot (Francia). El británico decidió no graduarla, en gran parte por la mala experiencia que vivió tras la ascensión de The Walk of Life, para la que sugirió E12.

Ahora, diez meses más tarde de establecer Bon Voyage, Pearson hace pública una larga e interesante reflexión, en la que a corazón abierto explica qué supusieron para él las críticas que recibió cuando propuso el E12 para The Walk of Life y cómo le ha afectado a su carrera tanto profesional como personal. Finaliza lanzando una propuesta de dificultad para Bon Voyage.

James Pearson, sobre su trayectoria como especialista de trad y la propuesta para Bon Voyage: «Las noticias de escalada en 2023 me parecen muy reduccionistas, generalmente consisten en el nombre del escalador, el nombre de la vía y la graduación»

Compartimos íntegramente la reflexión de James Pearson:

«Han pasado 15 años desde que le conté al mundo mi proceso en The Walk of Life, una «primera ascensión» que realicé en la costa norte de Devon (Reino Unido). Desde portadas y extensas páginas en revistas de escalada hasta una aparición en la película Committed 2, celebrando todo lo que hacía que la vía fuera tan hermosa y aterradora, ¡las noticias parecían estar en todas partes! Directa o indirectamente, al sugerir una dificultad inédita hasta entonces de E12, lanzaba un grito para que todos supieran que era la vía de trad más difícil del mundo. Algunos me creyeron, sé que yo mismo me creía, pero había muchos dentro de la comunidad que comenzaron a hacer preguntas, y con razón.

Yo era el chico de las portadas para una nueva generación de escaladores británicos, celebrado no solo por mi destreza en la roca, sino también por mi valentía. Aunque había logrado algunas repeticiones hermosas y difíciles y primeras ascensiones en mi zona local, el Peak District, y me consideraba algo así como un especialista en ese tipo de vías, la verdad es que no me di cuenta que era casi un inexperto en cualquier otro estilo de escalada. En el Reino Unido, la escalada tradicional tiene unos estándares muy altos, desde la pureza ética que supone el clean hasta la naturaleza a menudo «sobreestimada» de los muros más famosos.

Cuando Dave MacLeod repitió The Walk Of Life unos meses después, explicando que sentía que la vía estaba más cerca del E9 que del E12 que yo había sugerido, me sorprendió más que a nadie, y las consecuencias de esa decisión cambiarían el rumbo de mi vida para siempre.

James Pearson escalando The Walk of Life
James Pearson en ‘The Walk of Life’. Foto / David Simmonite

Quince años después, soy una persona muy diferente. Soy esposo, soy padre y he escalado cientos de vías difíciles alrededor del mundo, sin embargo, de alguna manera sigo siendo el mismo joven que habla de un pedazo de roca y busca la aprobación. A principios de este año, escalé Bon Voyage. Es una hermosa vía en una pared donde los agarres son escasos, con una secuencia única y presas fantásticas. Escalarla fue el resultado de años de arduo trabajo y búsqueda y siento que Bon Voyage es la vía más difícil que he escalado, con bastante diferencia.

Mucho se ha dicho en los medios sobre la dificultad de la línea, pero muy poco ha venido directamente de mí. Cuando escalé The Walk of Life y les dije que era lo más difícil que había hecho, lo decía sinceramente. Esa fue, y hasta el día de hoy sigue siendo, una de las experiencias más dura y angustiantes de mi vida. Sin embargo, estaba tan atrapado en mi propio ego que en ese momento no podía separar los conceptos de «mi» y «él». Para explicarme, voy a retroceder en el tiempo hasta 2008…

«Probé muchos deportes cuando era niño, mejorando rápidamente en todos hasta que encontraba un obstáculo»

Sería vergonzoso si no lo encontrara tan increíble hoy, pero recuerdo preguntándome sinceramente en ese entonces si de alguna manera era un poco mágico. Probé muchos deportes cuando era niño, mejorando rápidamente en todos hasta que encontraba un obstáculo. Luego pasaba a algo nuevo, ¡pero con la escalada era diferente! Empecé a escalar a los 16 años, bastante tarde según los estándares de hoy, pero inmediatamente sentí que había encontrado mi lugar y, al menos durante los primeros años, mejoraba constantemente. A los 18 años tuve mi primera portada en una revista y obtuve mis primeros contratos de patrocinio. A los 19 años fui el británico más joven en escalar V13, ¡y también la persona más joven en escalar E10!

Me encantaba la sensación de control y libertad que me brindaba la escalada, pero también me encantaba la atención que recibía. Estaba rodeado de un grupo de amigos cercanos y familiares que, ya sea porque lo creyeran sinceramente o simplemente por amabilidad, me decían, en resumen, que era un regalo de Dios para la escalada. En esa época, algunas personas controlaban la mayoría de los medios de escalada, y mientras les gustara a ellos, generalmente te encontrabas en una buena posición. Había personas a las que no les caía bien, ni yo ni lo que pensaban que representaba, con los logos de mis patrocinadores y acuerdos exclusivos con revistas.

2008 fue una época en la que Instagram y las redes sociales tal como las conocemos simplemente no existían. A pesar de que no me gustan mucho las redes sociales y creo que traen más negatividad al mundo de la que deberían, tienen una ventaja. Existen desconocidos que te critican de manera regular y te das cuenta que el mundo está lleno de puntos de vista diferentes.

«Me ha costado llegar hasta aquí pero hoy puedo decir honestamente que estoy orgulloso de mí mismo y de The Walk of Life«

Aunque me pregunto si habría cometido los mismos errores si hubiera nacido 10 años después, tampoco estoy seguro de que me hubieran tratado de la misma manera. No explico todo esto en busca de simpatía o perdón. Me ha costado llegar hasta aquí pero hoy puedo decir honestamente que estoy orgulloso de mí mismo y de The Walk of Life, y que, aunque fue doloroso en su momento, ser duramente criticado me ayudó a ver las cosas con más claridad. Después de muchas lágrimas y desánimo, tuve la revelación de que «mi» dificultad se aplica solo a mí, y no automáticamente al «resto» del mundo.

Una vez que me acepté a mí mismo con todos mis defectos, pude comenzar a planificar un futuro más feliz y me mudé a Innsbruck para empezar una nueva vida. La idea era simple… entrenar mis debilidades con algunos de los mejores escaladores deportivos del mundo y convertirme en James 2.0. Desafortunadamente, no fue tan simple como presentarme y beber la pócima mágica, y a pesar de darlo todo, pasé los primeros seis meses sintiendo que cuanto más lo intentaba peor me iba todo.

Al centrarme en la escalada deportiva, mi debilidad natural, descuidé mis fortalezas en el boulder y la escalada tradicional. No tenía paciencia para que llegaran los resultados de un entrenamiento planificado y saltaba de uno a otro. Esto me generó tal frustración que el sexo, las drogas y el rock & roll tomaron el lugar de la escalada; me perdí por completo. Me salvaron, Caro y mi patrocinador, The North Face.

James Pearson en 'Harder Faster'
‘Harder Faster’, una línea comprometida del Peak District. Foto / Chris Prescott

A pesar de todos mis defectos, Caro se convirtió en parte de mi vida. La historia completa es obviamente más larga y complicada, pero en esencia, no solo me enseñó cómo evitar cansarme después de cinco movimientos, sino que podía ser algo y alguien mejor. The North Face, comprensiblemente cansado de mi falta de rendimiento y mis hábitos hedonistas, en lugar de no renovar mi contrato, me dio un año de margen. En ese momento pensé que era un escándalo, pero ahora lo veo como una de las mejores cosas que me pasaron.

Ese año, en 2012, me puse las pilas. Escalé mi primera vía deportiva de 9a e intenté encadenar un E10 en Pembroke, cayendo en el último movimiento (afortunadamente después de toda la parte peligrosa). Era la primera vez que escalaba una vía de trad en tres años y fue un viaje bastante salvaje ver cuán rápido podía progresar cuando estás rodeado de todos los elementos correctos. Pero ese viaje a Pembroke trató sobre algo más que puro rendimiento.

Durante varios años seguí un camino muy peligroso, escalando vías cada vez más comprometidas porque no tenía la capacidad física para escalar nada más. Tener un nivel de forma física adicional no solo me abrió las puertas a vías más difíciles sino que también convirtió de nuevo a la escalada en algo divertido y emocionante. Recuerdo claramente esa nueva sensación de curiosidad por ver si podía luchar para enfrentar el desafío, en lugar del temor que siempre sentía por simplemente caerme cansado.

Ese nuevo enfoque hacia el trad me llevó de vuelta a Rhapsody, en 2014. Era una vía que anteriormente había criticado para evitar reconocer que simplemente era demasiado difícil para mí. Rhapsody representaba mucho más que ser una vía difícil. Era la respuesta a una pregunta sobre la que todavía no sabía nada. Escalarla en una mañana de fuerte viento de octubre fue como el final de un capítulo de mi vida. Solo el cielo parecía ser el límite una vez más y comencé la misma búsqueda que empezado tantos años atrás, pero en lugar de buscar la vía más difícil, simplemente buscaba «mi vía».

En el ámbito de la escalada, la escalada tradicional es a lo que siempre vuelvo. Es en lo que sueño y lo que me motiva a esforzarme por mejorar año tras año. El trad es intenso y complejo. Pone a prueba tu fuerza mental y tus habilidades logísticas, y no hay nada que se le parezca, nada tan completo. Sin embargo, la escalada tradicional también es lenta y a menudo engorrosa, y rara vez te lleva al límite físico. Soy consciente que si quiero lograr todo con lo que sueño, irónicamente necesito pasar la mayor parte de mi tiempo concentrándome en otros estilos de escalada, solo para estar listo para mi próxima vía de tradicional cuando las estrellas se alineen.

Quizás esa sea la base de cualquier amor verdadero: ser capaz de aceptar los defectos y ver más allá de ellos. Cuando escalé en el pasado algunas de mis vías más difíciles del grit nunca había podido escalarlas limpiamente en top-rope. Dependía de una sensación mágica que aparecía cada vez que estaba en peligro, que no solo me permitía mantener la calma y permanecer enfocado, sino que también me hacía sentir físicamente más fuerte y preciso.

Hoy en día todavía tengo esta sensación y no conozco un momento más tranquilo que cuando estoy liderando una vía difícil de trad. Si la vía es realmente peligrosa, ahora también me aseguro de que no haya casi ninguna posibilidad de que realmente me vaya a caer. Si tomamos Harder Faster como ejemplo, una vía que escalé en 2019 con un niño de 2 años durmiendo a pie de vía, en 2004 me pareció inasumible, cuando se firmó la primera ascensión. Podría parecer que en 2019 me había vuelto más valiente o más tonto, pero en realidad, simplemente estaba mejor preparado, era más paciente y calculador.

El lado negativo es cuánto me cuesta ahora la preparación adicional para escalar vías como Bon Voyage, teniendo en cuenta mi vida familiar. Durante las dos semanas que pasé trabajando Harder Faster estaba preocupado y distante, enfocado solo en la vía, los movimientos, el clima y todo lo demás. Para justificar el riesgo necesitaba que todo fuera perfecto, algo que conlleva muchísimo tiempo y energía, incluso lejos de la escalada en sí misma. ¿Quizás debería colgar para siempre los pies de gato que utilizo para el trad ahora que tengo dos pequeños y dejar de buscar formas oscuras de justificar cosas fundamentalmente injustificables?

«Al cerrar un proyecto llegaba algo con lo que me sentía mucho peor: ¡la graduación!»

Una cosa que mucha gente no sabe sobre mí es que, a pesar de ser bastante bueno lidiando con la presión por sufrir lesiones graves, cuando se trataba de la presión referente al rendimiento podía ser mi peor enemigo. Aunque amo el proceso de proyectar, tanto en trad como en deportiva, la parte de la escalada a menudo se trataba de lidiar con ese ciclo de estrés el tiempo suficiente hasta que me arrastraba la cadena. Lo curioso es que al cerrar un proyecto llegaba algo con lo que me sentía mucho peor: ¡la graduación! No siempre odiaba graduar. Solía disfrutar bastante del proceso de graduar mis primeras ascensiones, vinculando un sistema alfanumérico rígido a una experiencia humana en la roca. Sin embargo, The Walk of Life me mostró lo fácil que era equivocarse y lo desproporcionada que puede ser la reacción de la comunidad.

Esta reflexión en relación a las graduaciones me hace sonreír. Graduar, en esencia, se basa en la opinión y los sentimientos de un escalador. ¿Cómo pueden nuestros sentimientos estar «equivocados»? ¿Cómo podemos haber cometido un «error», cuando todo lo que hacemos es decir honestamente cómo nos sentimos al escalar? Puede resultar sorprendente que todavía use un sistema de graduación muy similar al que utilicé para graduar The Walk of Life, donde tengo en cuenta cuánto tiempo invertí en la vía en comparación con otras que he hecho. No estoy solo machacando un tema ya superado, sino que realmente creo que es un método sólido para graduar una vía, siempre y cuando tengas una experiencia que respalde el estilo.

«La escalada me hace feliz, pero también puede convertirme en un monstruo»

El desarrollo personal requiere un trabajo constante y si no tengo cuidado, me encuentro volviendo a mi yo egoísta del pasado, especialmente si estoy trabajando en algo realmente difícil. A menudo le digo a la gente que la escalada me hace una mejor persona, pero eso no es completamente cierto. La escalada me hace feliz, pero también puede convertirme en un monstruo. Quizás si fuera verdaderamente altruista consideraría renunciar, pero si lo hiciera, estoy bastante seguro de que sería una persona horrible con la que estar. Como la mayoría de las cosas en la vida, es un equilibrio que necesitamos encontrar. No es fácil, y todo lo que podemos hacer es intentarlo.

Durante mucho tiempo albergué rencor contra la comunidad de escalada en el Reino Unido por la forma en que sentía que me habían tratado. No quería tener nada que ver con ellos. A menudo pensaba en el Reino Unido como mi ex hipotético, alguien a quien amaba y odiaba al mismo tiempo, ¡y cuanto más hacía para tratar de recuperarlo, más se alejaba! Me llevó mucho tiempo procesar mis sentimientos y encontrar paz dentro de mí. Los primeros años de la década de los 2000 fueron una época muy diferente a la actual. Creo que hemos avanzado mucho como comunidad en términos de tolerancia e inclusividad, pero aún nos queda un largo camino por recorrer. Aunque es menos probable que humillemos públicamente a las personas de lo que solíamos hacer, todavía hay mucho de eso en privado, especialmente oculto detrás del anonimato de las redes sociales. Sé que no voy a cambiar el mundo sobre este tema, pero me encantaría que si alguien que lee esto pudiera pensar un poco más en cómo tratamos a los demás y darse cuenta de que nuestras palabras pueden tener un peso significativo, incluso si no las tomamos en serio.

«Solía ser el mayor sibarita de las condiciones, pero escalar con niños me obligó a intentar escalar cosas cada vez que podía en lugar de cuando me gustaría»

Convertirme en padre en 2018 podría haber sido el fin de mi vida como escalador profesional, pero paso a paso, Caro y yo encontramos nuestro camino de regreso, redescubriendo no solo la forma física perdida, sino también resolviendo muchos de los problemas que me habían frenado durante años. Con niños pequeños a los que cuidar y significativamente menos tiempo que antes, la presión para rendir parecía desaparecer y cualquier cosa que lograra se convirtió en un extra inesperado. Solía ser el mayor sibarita de las condiciones, pero escalar con niños me obligó a intentar escalar cosas cada vez que podía en lugar de cuando me gustaría, y me mostró que muchas de las barreras que encontramos son en realidad fruto de nuestra mente.

James Pearson en Tribe
Tribe, una de las líneas de trad más difíciles. Foto / Pietro Porro

En 2020, una rápida ascensión de Tribe, candidata a ser la vía de trad más difícil del mundo en ese momento, sugería que estaba listo para algo nuevo. Sabía de primera mano, después de años de búsqueda, que encontrar un proyecto de trad duro es difícil. Sin el lujo de poder viajar a donde quisiéramos, encontré la línea que se acabaría convirtiendo en Bon Voyage, en Annot, en el sur de Francia, justo al lado de una de mis antiguas primeras ascensiones.

Todo el proceso para escalar la vía fue el más disfrutable de mi vida como escalador. En lugar de solo enfocarme y estresarme por el encadenamiento, intenté disfrutar de cada día. La rutina era tranquila, casi meditativa, disfrutando de la regularidad de la actividad, mientras veía cambiar las estaciones y crecer a mis hijos. Mentiría si dijera que nunca me preocupé por el clima, o mi piel, o mis dedos entumecidos, pero cada vez que me encontraba resbalando, lograba rápidamente salir de ese agujero y volvía a disfrutar del presente.

Probé la línea intermitentemente durante dos años; luego un día la escalé, la vía más difícil que he hecho y quizás la más difícil que haré. Durante un par de semanas no se lo dije a nadie, en parte porque quería tiempo para procesar mis sentimientos, y en parte porque sabía qué preguntas me esperaban. Las noticias de escalada en 2023 me parecen muy reduccionistas, generalmente consisten en el nombre del escalador, el nombre de la vía y la graduación. Esperaba más para Bon Voyage ya que el proceso detrás de ésta significó mucho para mí. Además, por primera vez en mi vida, me sentí genuinamente incapaz de ofrecer una graduación. Analicé cada parte de la vía, desglosándola e intentando reconstruir esas partes para tener una respuesta. Tanto esos cálculos específicos como mi primera impresión apuntaron al mismo número, pero ese número me aterrorizó tanto que simplemente no pude comprometerme.

Después de ascensos rápidos en un par de novenos de deportiva, sabía que estaba en la mejor forma de mi vida. Pensé que el estilo de Bon Voyage me iba bien y también que tenía que entrenar específicamente para tener garantías. Aun así, también conocía demasiado bien los problemas de hacer primeras ascensiones, así como la reacción potencial de la comunidad de escalada británica ¡si cometía otro «error»!

«Una vida haciendo algo que amas es un regalo increíble. Nunca dejaré de luchar por ello»

Sé que no soy el mismo escalador, ni siquiera la misma persona que era hace 15 años. Puedo ver que A+B probablemente sea igual a C, y sé que, en definitiva, lo único realmente importante es que me divertí mucho escalando en esa increíble pared de Annot. Si he aprendido algo en los 15 años desde The Walk Of Life es que eso siempre estará ahí. También sé que una vida haciendo algo que amas es un regalo increíble. Nunca dejaré de luchar por ello. He llegado a un punto en el que me doy cuenta de que necesito ser valiente y necesito expresar mis sentimientos incluso si hay una posibilidad de ser herido… Creo que Bon Voyage podría ser E12″.

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