Rubén Díaz ha realizado la primera ascensión de Juneru, en Albarracín, para el que ha propuesto una dificultad de 8C. Este problema era uno de los proyectos más antiguos de los Pinares de Rodeno, localizado en el corazón del sector Arrastradero, entre dos clásicos como El Apeadero 8A y Esperanza 8A+. De confirmarse el grado, se convertiría en el primer problema de boulder de 8C de Albarracín.
La línea se ha mantenido como un proyecto desde hace más de 15 años y Rubén explica que «Iker Arroitajauregi me enseñó el bloque hace poco más de una década y ya por entonces llevaba de proyecto aproximadamente un lustro. Lo probamos, me pareció ciencia ficción y me olvidé de él unos cuantos años».
El escalador bilbaíno ha lanzado una propuesta de 8C para Juneru, una dificultad que ya alcanzó con la primera ascensión de Kemena, en Almenara (Castellón), y que también le dio a La Teoría del Todo (FA Beto Rocasolano) tras repetirlo, aunque su último ascensionista, Pol Roca, lo dejó en 8B+, y Jonatan Flor, que también lo repitió, opinó que podría ser 8B+/C.
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Rubén Díaz: «Este es uno de los proyectos que menos me ha costado en Albarracín; paradójicamente es el más duro. ¿Cómo es posible? Simplemente, es una de las cosas especiales con las que cuenta nuestra actividad»
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Le preguntamos a Rubén si cree que es el problema de bloque más duro que ha encadenado en su trayectoria como escalador: «No tengo la respuesta. Es muy buena pregunta porque despierta un análisis y una reflexión interesantes. La correlación que existe entre dureza y esfuerzo solo se da en el ámbito personal; no significa que sea la realidad, más bien sucede todo lo contrario: cuanto más nos cuesta algo no suele ser porque sea más duro, sino porque no se ajusta realmente a nuestras mejores cualidades; aunque a veces nos creamos que sí. Por ese motivo, y sobre todo en bloque, muchísima gente cuenta con sus ascensiones más duras sin un aparente esfuerzo: «Me va bien», «Lo hago rápido», «Me va mal o simplemente no tan bien… toca ensayarlo». Esto no sucede de forma universal, pero sí es bastante frecuente, y a mí personalmente me pasa desde el primer día que empecé a escalar. Si te soy sincero, este es uno de los proyectos que menos me ha costado en Albarracín; paradójicamente es el más duro. ¿Cómo es posible? Simplemente, es una de las cosas especiales con las que cuenta nuestra actividad».
Encontrando la motivación
Díaz dice que el estilo de Juneru «es old school, con cuatro arqueos sobre presa pequeña, con el típico mantle con juego de muñecas característico del lugar».
Hace cinco años que Rubén retomó el proyecto aunque reconoce que «solo le daba dos o tres peques al año, y a veces ni eso». En uno de esos intentos coincidió con Nacho Sánchez, quien a partir de ahí se animó a probarlo. Hace un par de semanas fue al contrario… Rubén vio a Nacho probándolo y volvió la motivación. Entonces fue cuando se dio cuenta de que era posible hacerlo.
«Al cabo de unos días volví, y sin saber ni cómo ni por qué, le di un pegue en el que todo fue distinto, lo hice. Cuando estuve ya de pie sobre el bloque dudé si venía desde abajo, y me tuve que decir a mí mismo: «Claro que ibas desde abajo, lo has hecho», ha explicado Díaz en su cuenta de Instagram.
Respecto al nombre con el que ha bautizado al que posiblemente se convierta en el primer 8C de Albarracín, dice que «Juneru es un simple juego de palabras aludiendo al nombre de mis padres y a otro seres queridos juntando las iniciales de sus nombres».