Recientemente tuve la ocasión -una vez más- de contemplar como un escalador avanzaba por el sinuoso recorrido de ‘La Rambla’, el archiconocido 9a+ de Alex Huber. Se trataba de Gerard Rull que, con solvencia y determinación superaba el crucial bidedo que le situaba a las puertas de un sueño. En el último descanso todo apuntaba al rotpunkt, pero no sería esta vez pues Gerard fallaba en el tramo final que ya sólo conducía a la cadena. Ese pequeño enlace que, imaginado por Dani Andrada, permitía llegar a la cima de la pared. Esa sección que encumbró a Ramon Julián en 2003. Esa secuencia que en palabras de Huber «no añade dificultad substancial a la vía«, pero que ha tumbado a grandes nombres como al propio Dani, Adam Ondra o, esta vez, a Gerard.
‘La Rambla’ es una de esas king lines que, por supuesto, cuenta con sus grandes momentos, sus hitos, polémicas y personajes. Un bagaje que la sitúa, y la mantiene, como el buque insignia de la gran escuela que hoy es Siurana.
Un proyecto ambicioso
Alrededor de 250 vías, 24 sectores y una pista sin pavimentar que salvaguardaba el encanto propio de aquellos lugares recónditos, aún por descubrir. Esa era la realidad de Siurana cuando el alemán Alex Huber equipó ‘La Rambla’ en 1993. Se trataba de un proyecto ambicioso, poco común por aquel entonces. Una línea completamente natural que discurría por un impresionante desplome de 40 metros.
Ávido por hacer su proyecto realidad, el alemán regresaba la primavera siguiente dispuesto a materializar el encadenamiento. Sin embargo, después de unas semanas de trabajo y próximo a su meta, Alex rompía una presa clave que le obligaba a modificar su idea original. Negándose a tallar o añadir agarre alguno, Alex optaba por instalar la reunión unos metros por debajo de su ubicación inicial y una semana más tarde lograba hilar los movimientos de aquella ruta futurista que inauguraba el sector El Pati y establecía el primer 8c+ en territorio español. Quedaba pendiente, eso sí, completar el recorrido íntegro hasta la cima de la pared.
‘La Rambla’ hasta arriba
Tres años después era Daniel Andrada quien, tras hallar la forma de alcanzar la cadena superior instalada por Huber, andaba enfrascado en la culminación del proyecto. Entre sus incontables intentos, Dani conseguía anotarse cuantas variantes al recorrido original se cruzaron en su camino (‘Variante’, 1997; ‘Broadway’, 1998), pero no atinaba en el objetivo principal: ‘La Rambla’ hasta arriba. Sin saberlo, Dani estaba forjando su «eterno proyecto» mientras acrecentaba la leyenda de una vía a la que acabó ligando su nombre, aún sin haber logrado encadenarla.
A comienzos del nuevo milenio, la entonces conocida como ‘La Rambla original’ seguía sin primera ascensión. Aun así, el asedio de Andrada y los intentos de otros pretendientes ya dejaban entrever una graduación en lo alto de la escala de dificultad. Y desde julio de 2001, el lugar más alto del escalafón lo ocupaba el californiano Chris Sharma que, con su épica ascensión a ‘Biographie’ 9a+ había establecido un nuevo estándar de estilo en la máxima dificultad. Llegaba la hora de la continuidad, de las vías de gran calibre, y ‘La Rambla’ no tardaría en sumarse a la realización de Sharma en Céüse.
Ramonet, primera ascensión
Sería un joven mutante de implacable trayectoria, el catalán Ramon Julián, quien tras 40 intentos daría la campanada recorriendo de un tirón el trazado de Huber y la salida proyectada por Andrada. El pequeño gran Ramonet alcanzaba así el olimpo de la escalada, a la vez que situaba a ‘La Rambla’, y por extensión a Siurana, en el epicentro del panorama vertical.
La repercusión de la gesta de Ramonet no tenía precedente, ni en Siurana ni en ninguna de nuestras escuelas. ‘La Rambla’ se asociaba a ‘Biographie’ como referencia de la dificultad mundial, de forma que la élite de la escalada no tardó en darse cita a sus pies. Y tras el elenco de rock stars se multiplicaron los visitantes atraídos por la renovada popularidad de la zona, en lo que supuso la definitiva internacionalización de Siurana como escuela de escalada.
Pronto llegaron las repeticiones (Marín, Sharma, Bindhamer, Usobiaga, …) y con ellas la recurrente controversia sobre el grado de dificultad. En una entrevista de 2008 publicada por Planet Mountain, Alex Huber advertía de la inflación en el grado de algunas vías de máximo nivel, señalando la versión íntegra de ‘La Rambla’ como ejemplo. El alemán postulaba que graduó ‘La Rambla’ de 8c+ equiparándola a Action Directe, la célebre ruta de Wolfgang Güllich en Frankenjura. Siendo finalmente esta tomada como piedra de toque del 9a, Huber defendía que su ascensión en El Pati merecía la misma consideración y que, en realidad, la extensión utilizada por Ramonet y siguientes resultaba irrelevante en lo que a dificultad se refiere. Sin embargo no son pocos los pretendientes que en alguna ocasión tropezaron más allá de la antigua cadena de Huber y, a día de hoy, casi la totalidad de sus repetidores sigue hallándola en el rango del 9a+.
Referencia e influencia
En cualquier caso, no cabe duda que por dificultad, belleza e historia, ‘La Rambla’ ha sido una de las vías más codiciadas e influyentes de los últimos veinte años. Esta estética línea anaranjada sigue acumulando pegues memorables y ascensiones punteras como la del potente escalador alemán Alex Megos, capaz de pulverizarla en tan sólo dos intentos. Mención aparte merece la joven de 19 años Margo Hayes. Con su ascensión en febrero de 2017 esta escaladora de Colorado establecía el primer 9a+ femenino de la historia, situando de nuevo a ‘La Rambla’ y Siurana en la vanguardia de la escalada deportiva internacional.
Veinticuatro años después, pasear al pie de ‘La Rambla’ sigue siendo algo cautivador. Y es que aunque hoy día haya sido ampliamente superada en dificultad, la ruta conserva ese aroma de king line que reclama la atención de la comunidad escaladora. Año tras año su concurrido pie de vía se ve frecuentado por fuertes escaladores. Por allá huele a noveno, y mientras se suceden los intentos, resuenan los jaleos animosos del resto de mortales que, desde el suelo y partiéndonos las cervicales, intentamos imaginar los entresijos de una vía llamada a marcar época.