Anak Verhoeven mantiene la motivación en Rodellar tachando ‘De Battre Mon Coeur S’est Arrêté’
La ascensión de la belga es la primera de 'De Battre Mon Coeur S’est Arrêté' tras la rotura de dos presas en la vía. Opina que ahora podría ser 9a+ en lugar de 9a/+
Casi sin tiempo para recuperar el aliento tras encadenar por partida doble Cosi Se Arete 9a, Anak Verhoeven ha vuelto a chapar otra cadena con éxito en La Piscineta, en Rodellar. Lo ha hecho con la repetición de De Battre Mon Coeur S’est Arrêté 9a/+, una vía equipada por Serge Casteran en 2009 y con primera ascensión de Dani Andrada en julio de 2017. Quizá es la última vía que la belga puede proyectar en Rodellar esta temporada, donde ya han llegado las primeras lluvias otoñales.
De Battre Mon Coeur S’est Arrêté tiene unos 60 metros y puede desglosarse en dos partes. Una primera de 8c+ duro y posteriormente otra de 8c. Andrada propuso una dificultad de 9a/+ o 9a+. Seb Bouin fue el primer repetidor y prefirió el 9a, aunque Jorge Díaz-Rullo y Jonatan Flor, posteriores repetidores, también escogieron dejarla con una barra.
Sobre su repetición, Anak ha explicado: «Esta vía es una variante de Cosi Se Arete. La primera y última parte de ambas vías son idénticas, incluyendo el crux en la sección superior. ¿Qué la hace diferente? Cuando escalas De Battre evitas el crux de Cosi Fan Tutte por un más duro y con una secuencia más larga, hacia la izquierda. Después de esta secuencia las vías vuelven a unirse. Hasta donde sé, la mía es la primera ascensión desde que se rompieron dos presas; una en el primer crux de De Battre y otra en la parte alta, que ya comparte con Cosi Se Arete«.
Respecto a la dificultad de la vía, para Verhoeven «estaría más cerca del 9a+ que del 9a/+. El rango de una dificultad concreta es más amplio conforme el grado aumenta. Esto significa que hay espacio para la variedad dentro de un mismo grado. Creo que De Battre se encuentra como mínimo en la parte alta del 9a/+. Los grados siempre son relativos y más allá de éstos, la vía es excelente».
Remojón en el río Alcanadre, la anécdota
Anak Verhoeven ha explicado con sentido del humor que «un minuto después de encadenar, volví hasta el pie de vía a través del río, como siempre. Estaba recordando la ascensión, y sin saber muy bien cómo, en una parte del río con más profundidad resbalé con unas piedras y acabé en el agua. Con todo, los pies de gato, la magnesiera, el arnés, las rodilleras, todo, ¡jaja! Sucedió en el momento oportuno, no podía haber sido antes».