Cuarta y última entrega sobre la serie de escalada y fotografía. Ha sido una experiencia magnífica ponerme a escribir cada línea de estos artículos y descubrir que quizás sí que tengo algunas cosas que explicar que puedan aportar algo a la gente que quiera iniciarse en la fotografía de escalada.
A los que me habéis escrito a través de mi cuenta de Instagram o por correo electrónico, agradeceros el interés y deciros que habéis sido una de las motivaciones para realizar las siguientes entregas.
En esta última explicaré mi manera de entender la edición de las fotos según el uso que queramos darles, así como una sencilla manera de archivarlas y seleccionarlas. También trataré los formatos con los que trabajo durante la edición y los que utilizo para entrega. Advierto que la edición y yo nos llevamos bien porque nos necesitamos el uno al otro, pero es una relación más bien de amor y odio…
[Escalada y fotografía. Más allá de una historia (parte 1)]
Para concluir todo el reportaje explicaré mi manera de trabajar en las cuerdas. Es lo que hace que la fotografía de escalada se diferencie del resto de tipos de fotografía. Debes saber darle al botón de la cámara, pero lo que no se te puede escapar es que estás colgado de unas cuerdas y tienes que velar por tu seguridad, por la de la gente con la que haces las fotos y por el resto de gente que pueda haber en la zona y que puedan sufrir la caída de algún objeto o de una piedra si te equivocas. ¡Al lío!
Procesos en la edición
La edición de una fotografía tiene una importancia relativa. Estará relacionada con la calidad que necesitemos según el uso que queramos darle. Lo que está claro es que una mala edición puede arruinar una buena fotografía y una edición exquisita no arreglará una foto mala de origen. Toca aprender a editar, al menos de forma básica, para poder mantener la calidad de la foto original o incluso para «mejorarla».
A día de hoy hay dos formatos habituales en las cámaras: RAW y jpeg. El formato RAW guardará más información para poder disponer de ella en la edición, pero el archivo pesará más y tendremos que pasar por el ordenador obligatoriamente.
El jpeg podrá sacar una foto más editada desde cámara y con menos peso, pero perderemos información si luego no nos convence esa edición y queremos reeditarla nosotros. En situaciones de alto contraste y en las que dispongamos de poca luz, para mí es indispensable tirar del formato raw para hacer recuperaciones importantes de luces o sombras o hacer reducciones un poco drásticas de ruido.
Sobre los dispositivos donde editar pasa algo parecido. Puedes bajar una foto de cámara a teléfono y editarla allí mismo con aplicaciones tipo Lightroom o Snapseed, o incluso con los controles de edición que te permite Instagram. Te puede quedar una foto perfecta para redes sociales, y por contra, puedes disponer de un Mac último modelo y de un monitor de edición con una gama de colores y tonos increíble, y que lo tengas mal calibrado para que luego al imprimir las fotos queden terribles de exposición o de color.
[Escalada y fotografía. Más allá de una historia (parte 2)]
En mi caso solo tuve un monitor de edición (más caro que el propio ordenador) cuando hacía fotografía de producto en estudio. A día de hoy tengo un ordenador de sobremesa con el que hago casi todo (Mac del 2013); una tableta con la que hago cosas puntuales in situ (iPad Pro); y un teléfono de hace casi cuatro años, con el que hago cosas al momento para poder poner algo en Instagram, por ejemplo, sabiendo que la foto se va a ver pequeña y que solo hace falta que sea resultona los 2 segundos que la va a mirar quién pase por encima.
Respecto a hacer trabajos con una cantidad importante de imágenes y que se busque calidad, para mí es indispensable un ordenador de sobremesa o un portátil con un monitor extra. La organización de archivos en las tabletas todavía deja mucho que desear.
Quizás me haya quedado desfasado, pero a mí me sigue gustando disponer de mis archivos en discos duros y esa agilidad a mí solo me la da un ordenador. Por lo demás, la pantalla de la tableta está muy bien y con un buen pencil la vida es más fácil. La ligereza también le da un punto a favor. Pero yo, si lo llego a saber antes, ahora tendría un pequeño Macbook Air en lugar del carísimo pero no tan mejorado iPad Pro.
Vayamos a la edición por orden de tareas a hacer. Para poder llegar a editar una foto lo primero es hacerla. De eso hemos hablado en las entregas anteriores. Lo siguiente es descargarlas en el ordenador o dispositivo donde vayamos a editar.
Descarga y organización de archivos
Sobre este tema he pasado por varias fases. Durante un tiempo usé programas con etiquetado como Bridge, Lightroom o Capture One. Cada vez que cambiaba de versión, de programa, o si el ordenador necesitaba algún cambio era un caos. Bibliotecas arriba y abajo y no encontrando nada. Dos ordenadores salieron volando por la ventana… ¡haha! Ahora lo hago desde el mismo explorador de archivos. Básicamente la organización es la siguiente:
- Abro una carpeta de proyecto con fecha (al revés), cliente, sesión, lugar, personas implicadas y lo que lo haga remarcable. Por ejemplo: 200424_CCT21_Boulder Party_Sala BATEC_entrenamiento general.
- Abro 4 subcarpetas dentro de la anterior:
– Originales (raw)
– EP (en proceso)
– Tamaño web
– AR (alta resolución)
Lo primero será bajar las fotos a la carpeta de «Originales». Luego las renombro con el mismo nombre de la carpeta principal y el número de imagen automático. Edito el archivo raw y lo paso a Photoshop si hiciese falta. El archivo con las capas desplegadas en formato PSD lo guardaré en EP. Lo podré abrir cada vez que quiera para aplicarle cambios. Una vez acabado lo exportaré de dos formas. Una a baja resolución para redes sociales que irá a la carpeta «Tamaño web» y otra a máxima calidad y resolución completa (jpeg o tiff) que irá a la carpeta AR. En todas las carpetas la foto tendrá el mismo nombre, pero en diferentes partes del proceso. El problema del iPad es que no te permite hacer eso tan básico.
Una vez descargados los archivos originales en el ordenador sí que los importaré, por ejemplo, en Lightroom. Allí, desde la biblioteca iré haciendo varias pasadas clasificando las fotos con estrellas: 1 estrella, enfocadas y correctas; 2 estrellas, algún interés aún en tomas en ráfaga; 3 estrellas, descartas iguales o muy similares… y así hasta llegar a las 5 estrellas, donde con suerte tendrás alguna imagen que te diga que el día ha valido la pena, por mucho que hayas hecho 1.400 fotos. Las afortunadas 5 estrellas pasan a la fase de edición.
Edición (básica)
Obviando el tipo de dispositivo que utilicemos para editar, y como ya comenté en alguna ocasión anterior, lo más fiable es el histograma de una fotografía. Que la foto tenga una correcta exposición no depende del brillo que tengamos en nuestras pantallas. Yo recomendaría que, aunque sea en el teléfono, se utilicen aplicaciones que sí lo muestran.
A grandes rasgos el histograma es una gráfica que muestra toda la gama tonal de una fotografía relacionando la cantidad de píxeles que tiene en cada tono. Así, la parte izquierda de la gráfica muestra las partes más oscuras y la derecha las más claras. El extremo izquierdo será el negro y el derecho el blanco.
En exteriores es raro que una foto de escalada no abarque toda la gama tonal, por lo que el primer ajuste serán los niveles. Yo suelo ajustar el control de «negros» hasta que toca la parte izquierda, y el de «blancos» hasta la parte derecha. Para mí esto es básico.
En casos de alto contraste o que se nos haya ido la exposición, si hemos tirado en raw podremos recuperar mucha de la información que hayamos perdido. El balance de blancos es igual de importante, pero en exteriores y a la luz del día suele salir ya correcto de cámara.
Lo segundo es ajustar la exposición general con las curvas. Si habiendo ajustado negro y blanco la exposición queda desequilibrada, levanto o bajo la curva con uno o más tiradores hasta que quede el resultado que espero. Tocar el contraste, levantar sombras o bajar iluminaciones, texturas, saturar más o menos y restos de controles de la edición raw básica ya dependen del criterio y gusto de cada uno.
[Escalada y fotografía. Más allá de una historia (parte 3)]
Hasta aquí es lo que yo hago con el 80% de las fotos a día de hoy. Una edición sobre archivo raw con la que intento equilibrar luces con sombras y color. Con Lightroom también puedo añadir algún viñeteo suave si veo que aporta algo y la foto con eso va a quedar finalizada.
Con el 20% de fotos restantes sí que puedo dedicarme a inventar desde blancos y negros;
desaturaciones con alto contraste; pruebo filtros que están tan de moda y que van solos; y hasta puedo llegar a probar los programas que ponen cielos de mentira. No es lo que más me gusta, pero para usos determinados puedo empezar a jugar más con la edición y el retoque y ver si acaba encajando en lo que creo que se necesite.
De todas las imágenes de 5 estrellas ya editadas (y retocadas si lo veo necesario) hago dos exportaciones. Una a la carpeta web a tamaño de entre 960 y 1600 px por el lado largo, y una a toda la resolución que dé el archivo que va a la carpeta de AR. La primera en espacio de color sRGB y la segunda en Adobe RGB.
Fotografiar desde las cuerdas
Lo que explico continuación no pretende ser un curso sobre cómo colgarse en las cuerdas. Solo es mi manera de trabajar desde éstas. Cada uno es responsable de su seguridad y de la formación que se requiere para llevar a cabo cada trabajo.
Fotografiar desde las cuerdas es una tarea que puede parecer sencilla, pero que cuando la practicas te das cuenta de que hace falta más orden del que parece. La prioridad es la seguridad. Tu propia seguridad, porque un error puede ser fatal. Y la de los demás, porque por tus movimientos puedes acabar tirando algo encima de alguien y haciéndole bastante daño. En mi caso, lo que más utilizo para moverme es un puño (jumar), un Rig en la cuerda principal y un Grigri en la secundaria.
¿Cuántas cuerdas?
Yo dos. No veo la razón por la que si en trabajos verticales se duplica todo el sistema de seguridad, siendo un entorno controlado, no debemos hacer lo mismo los fotógrafos de escalada. Es más engorroso porque puedes acabar llevando muchos metros de cuerda, pero sin lugar a dudas las ventajas son muy superiores.
Para empezar tienes doble seguridad y los dos puntos de anclaje deben ser fiables. Desde reuniones de vías hasta lo que nosotros podamos considerar como un sistema de anclaje seguro.
Dos cuerdas. Falla una, te queda otra. Pero si escalando llevamos solo una, ¿por qué llevar dos para hacer fotos? En el caso de la escalada la cuerda está siempre en movimiento entre los mosquetones de las cintas, las reuniones, el asegurador y lo que roce por la pared. No roza de forma continuada durante decenas de veces por el mismo punto.
Cuando asciendes por cuerdas, ésta se encuentra siempre en el mismo lugar, excepto por los movimientos de extensión cada vez que le hacemos fuerza con el jumar y el pedal. Eso significa que si una vía tiene 35 metros (en el caso de deportiva), y le hacemos entre 3 y 8 «jumareadas» por metro, cuando lleguemos a la reunión podemos haber tirado de ella entre 105 y 280 veces con todo nuestro peso. Si esa cuerda roza en algún sitio en la parte alta, habrá rozado en ese sitio exacto todas esas veces. Las cuerdas aguantan lo que aguantan.
Este problema se evita de varias maneras. Se pueden utilizar protectores de cuerda para roces y en los propios mosquetones, y además, se pueden hacer fraccionamientos si disponemos de parabolts en la pared. De esta manera, además de evitar los roces, también se evita que la cuerda tenga demasiado chicle y subamos con menor esfuerzo.
Pasar los mosquetones en desplome puede ser interesante. Puedes llevar un cabo de cuerda de unos 3 metros para evitar los péndulos que podrías hacer al sacar la cuerda de cada mosquetón. Te atas un cabo al arnés con un mosquetón y pasas el otro por la cinta que haya. De esta forma puedes quedarte agarrado a ese cabo mientras sacas la cuerda principal y luego te dejas caer con cuidado sin necesidad de pendular. Esta técnica me la enseñó Carlos Padilla en una sesión con Andrea Cartas y ¡no sé si sabrán lo que se lo agradezco!
Aseguradores
Llevo dos aseguradores. Un Rig para la cuerda principal con posibilidad de bloqueo. No me gustaría darle un golpe sin querer y llevarme un buen susto al desbloquearse sin yo esperarlo.
En la otra cuerda llevo un Grigri o similar, en el que voy recuperando o dando cuerda en cada caso. Otra de las ventajas de utilizar dos cuerdas es que si las montas en dos reuniones diferentes de repente puedes moverte en dos dimensiones y no en una. Puedes ir ascendiendo por una u otra, lo que te lleva hacia un lado o hacia el otro hasta que encuentras el punto que más te convence para hacer esas fotos.
Otro accesorio muy útil es una silla rígida. Si tienes que pasar horas en desplome no es solo recomendable sino imprescindible si cuando toques el suelo quieres poder andar. La cuelgo del jumar y le doy tensión hasta que me quedo sentado sin peso en el arnés.
Algunos trucos
- Ata el equipo al cabo de la cuerda principal antes de ascender. Asciende tú y luego sube el equipo. En caso de ser muchos metros hace que subas mucho más rápido.
- Si trabajas con dos cuerdas, los primeros metros puedes ir asegurado solo a una. No olvides pasarte el otro cabo por algún mosquetón del arnés aunque solo sea para que corra por dentro.
- Recoge la cuerda cuando ya estés en el sitio. Es muy engorroso tener que borrar la cuerda de las fotos o incluso la sombra que hace si fotografías al sol. Recógela en bucle y la cuelgas en el jumar o en un parabolt de una cinta larga.
- Ordena el pie de vía. Piensa donde vas a estar y mira toda la zona de suelo que va a salir antes de hacerlo.
- Si solo vas a hacer fotos utiliza un arnés de trabajos en altura. Son mucho más cómodos y tienen varios puntos de anclaje de seguridad.
- Puedes utilizar una sola cuerda de 70 metros para ascender en doble si anclas los dos cabos a dos reuniones diferentes y el bucle queda abajo. Dependerá de la longitud de lo que tengas que ascender, pero en muchos casos con una sola cuerda podrás trabajar con doble seguridad y pudiendo moverte de un lado a otro.
- Lleva un trípode tipo Gorillapod con una rótula segura y un disparador remoto de radiofrecuencia (no Bluetooth ni Wifi). Si la persona que asegura se lo deja a mano (con un cordino atado a la muñeca por ejemplo), podéis fijar la cámara en algún sitio y tener fotos escalando aunque seáis solo dos. Los resultados pueden ser muy buenos, y sobre todo tendréis alguna foto del día, que de eso se trata.
Y para acabar… queda con gente y sal a hacer fotos, ¡¡se aprende mucho más que leyendo!!
Pies de foto
Foto 1: Luís Manzaneda y Jordi Balasch escalando la vía del Paca en Ecos, Montserrat. Para mí hubo un antes y un después con esta vía. Fue la que inició mi proyecto de paredes de Montserrat y fue la que me puso en alerta en temas de seguridad. Las dos cosas fueron un éxito. La primera porque supuso el inicio real de mi pasión por hacer fotos en pared con compañeros con los que me encanta compartirlo. La segunda, porque cometí un error grave del que aprendí mucho de golpe. Colgué una cuerda por la que ascendí muchos metros, sin tener en cuenta un pequeño roce que había en el típico bolito de Montserrat. La cuerda rozó allí centenares de veces. Cuando llegué a unos metros por debajo empecé a ver lo que era una buena flor en la cuerda. No fue a más, pero el susto supuso que me plantease si era correcto colgarse tan solo de una cuerda de seguridad para trabajar en entornos que no siempre pueden estar controlados. Foto con cámara Full Frame, 140mm, f4.5, 1/400seg.
Foto 2: Josep Claramunt en la Paret Gran, en Sant Llorenç del Munt. En sectores conocidos no está de más llevar la cámara encima. Sabiendo las vías que prueban tus amigos y las que pruebas tú, siempre puedes dejar preparado el equipo a pie de vía para que alguien lo ancle a tu cuerda después de un pegue y hagas la foto que sabes que puedes tener en un momento.
Foto 3: Miquel Mas (OS2O Alpine Team) y Toti Valés en el Cao Grande, Sao Tomé e Príncipe. Hacer fotos con dron puede parecer una buena alternativa, y lo es. Para completar reportajes es genial. Da unas vistas aéreas desde puntos únicos y espectaculares. Hay que tener en cuenta que hace falta permisos de vuelo y que depende mucho de la zona donde vayas a ir. Como cámara principal quizás no, pero si dispones de uno para complementar lo que hagas con tu cámara, es un buen accesorio con el que puedas disponer de tomas diferentes del entorno.
Foto 4: Pértiga diseñada por Luís Manzaneda. Este fue un artilugio que nos acompañó un par de veces. Una pudimos montarlo y la otra no. La verdad es que llegas a obtener unas fotos con un punto de vista diferente, ya que puedes separar la cámara de la pared hasta unos cuatro metros entre la pértiga y tu brazo. Fue una experimentación que me aportó más de lo que esperaba. A raíz de eso a día de hoy trabajo en otros inventos que puedan dejarme más movilidad y que sean más ligeros.
Foto 5: Jordi Balasch en Sant Llorenç del Munt. Este es un claro ejemplo de foto que puede hacerse yendo solo dos personas a escalar. Para mí el resultado vale la pena. Cámara, mini trípode y mando. Encuadras, enfocas (en manual) y esperas el momento adecuado. Hablando de edición, ¿alguien ve algo raro en esta foto? Respuestas si queréis por mensaje privado.
Foto 6: Mi sistema de seguridad, mi gorra (¡mejor un casco!) y yo. Cuerda doble y arnés de trabajos verticales. Comodidad y seguridad.
Foto 7: Miquel Mas, José Manuel Cano y yo en Sant Lloreç del Munt. Una foto que muestra de forma visual los beneficios de trabajar con dos cuerdas. Doble seguridad y trabajar en dos dimensiones. No puede pedirse más.
Foto 8: Yo mismo en Espadelles, en Margalef.