Conocí a Lydia, mi actual pareja, en Alemania. Me fui a vivir a Berlín en 2011, en plena crisis económica. Justo había vuelto de un viaje donde di la vuelta al mundo, visitando las mejores zonas de boulder del planeta. Pensaba que durante el viaje la crisis pasaría, pero no fue así…
Me llamo Jaume Garcia Caro. Tengo 33 años y empecé a escalar con 19 gracias a unos amigos que me introdujeron en este mundo. Antes de instalarme en Alemania ganándome la vida como especialista en trabajos verticales y de altura había trabajado como mecánico en Vic durante cinco años. Vic es mi ciudad natal y allí fundé junto a tres compañeros más la que fue, y sigue siendo, la primera sala de boulder de la comarca, La Farinera.
Vivir fuera del sistema
Lydia y yo coincidíamos en que vivir en una gran ciudad, alejados de la naturaleza, no iba con nosotros. Así que empezamos a dar forma a un proyecto personal donde lo más importante era sentirnos vivos. Queríamos descubrir nuevos lugares, gente, otras gastronomías y buscar un sitio donde pudiéramos sentirnos útiles y en paz, donde el dinero no fuera lo más importante.
Nos apetecía vivir el ahora, el presente. Salir de la monotonía de los pagos mensuales, hipotecas y todo ese estilo de vida impuesto por las multinacionales y gobiernos, que tan solo quieren tenernos ciegos para no nos apartemos del camino y así enriquecerse a base de nuestro trabajo. Tomar la decisión de dejarlo todo atrás no fue fácil, pero actualmente ya llevábamos tres años fuera del sistema, en ruta, y seguimos pensando que fue la mejor decisión que hemos tomado en nuestras vidas.
Una aventura sobre cuatro ruedas
Compramos un par de billetes para México y el primer sitio que visitamos fue Cancún. Los billetes solo fueron de ida y a día de hoy el viaje sigue completamente abierto. No sabemos cuando vamos a regresar, ni si será para vivir en España.
En México compramos una Volkswagen T2 del año 1990. Nosotros mismos la camperizamos y la transformamos en una casa sobre ruedas. Desde entonces no seguimos ninguna ruta en concreto. De hecho, siempre que hemos intentado hacer planes no han funcionado. Viajar no es lo mismo que estar de vacaciones. Las vacaciones tienen los días contados y una fecha de regreso. Viajar es un estilo de vida, o al menos así lo entendemos nosotros.
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«Tomar la decisión de dejarlo todo atrás no fue fácil, pero actualmente ya llevábamos tres años fuera del sistema, en ruta, y seguimos pensando que fue la mejor decisión que hemos tomado en nuestras vidas»
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Viajar es mucho más que visitar los típicos sitios turísticos de cada país; es formar parte del lugar que visitas; vivir como los locales, comer lo que ellos comen y aprender de lo que ellos hacen. Nos fiamos mucho de nuestros sentidos y experiencia, de nuestra intuición. Tomamos decisiones que nos mueven para un lado o para otro y básicamente buscamos perdernos en la naturaleza.
No contamos con el apoyo directo de ninguna empresa ni con ningún patrocinio para llevar a cabo este viaje, aunque hay gente que ha colaborado con nosotros. Nos pagamos todos los gastos y trabajamos por temporadas. Lydia es asesora de imagen y peluquera de profesión, así que estemos donde estemos siempre tiene clientes. Da igual que sea en un parking, en algún lugar de las montañas a más de 3.000 metros de altura o en una playa idílica. Es inusual ver una peluquería móvil. A la gente le encanta y es rentable.
Durante los últimos meses Lydia ha estado trabajando en la publicación de un libro sobre superación personal. La intención es autoeditarlo a través de la red y además imprimir unos cuantos ejemplares para venderlos a pie de calle.
Yo vendo fotografías del viaje, soy artesano e imparto cursos de escalada. Además, no desaprovecho ninguna oportunidad de ganar dinero, ya sea pintando casas, de jardinero, de mecánico o de lo que se presente.
Nuestro objetivo es tener por fin algún patrocinio de renombre, obtener más publicidad, dar más charlas motivadoras y abrir una tienda online.
El boulder como elemento catalizador de la aventura
Desde que empecé a escalar me dediqué más al boulder. El hecho de repetir los bloques una y otra vez me desmotivaba y siempre me ha gustado más encontrar nuevos problemas, limpiarlos y escalarlos. Estaba claro que esta actividad sería uno de los puntos más potentes del viaje, donde más iba a disfrutar.
Hemos abierto sectores y problemas de boulder desde México hasta Panamá, de momento, y también hemos escalado en zonas muy populares de Estados Unidos. Para encontrar las zonas con roca hablamos con locales de la zona, buscamos información de los lugares por internet y en Google Earth, o simplemente nos aventuramos después de ver una foto por las redes sociales. A veces conduciendo veo rocas en el horizonte y empiezo a andar y a explorar. Sí esa es la palabra, explorar, me encanta. Siempre digo… «huele a roca» y ¡zas!, las encuentro.
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«En Centroamérica la escalada no está de moda y mucha gente no sabe qué significa»
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Hay que destacar que en Centroamérica la escalada no está de moda y mucha gente no sabe qué significa. Por ese motivo decidimos enfocarnos en encontrar sitios nuevos, informar a la gente y enseñarles que la escalada es una actividad sana y divertida. En muchas ocasiones los niños y locales de la zona nos acompañaban para mirar y acaban con las manos llenas de magnesio subiendo por los bloques. Donde antes solo veían piedras ahora ven deporte, entusiasmo, superación, alegría y una vía de escape a la rutina de los pueblos. En las zonas rurales piensan que todos los turistas son iguales, que tienen mucho dinero y les van a robar o hacer negocio de sus tierras. ¡En alguna ocasión han pensado que íbamos a buscar oro o a robarles las piedras!
Estos son algunos de los países donde hemos desarrollado nuevas zonas de boulder…
Boulder en el desierto de Baja California
En el desierto de Baja California abrimos una zona de granito. Es curioso que los escaladores no visiten esta zona ya que el potencial es infinito. Es muy parecido a Hampi, en la India, por ejemplo. Los bloques quedan a los dos lados de la carretera y hay un pueblo muy cerca. No todos los bloques son escalables, aunque con un poco de paciencia se encuentran muchos y de una muy buena calidad, con unas formas de ensueño.
Tuvimos que escalar de noche, porque durante el día se superan los 40ºC. Una de las noches, después de encadenar un proyecto, escuchamos unos rugidos fuertes desde dentro de la cueva donde estábamos. Estábamos escalando en las casa de unos pumas que acababan de llegar de cazar, literalmente. Por suerte, y gracias al foco que teníamos, vieron nuestras enormes sombras (con los crash pads), se espantaron y tuvimos suficiente tiempo como para irnos corriendo y no parar hasta llegar a la furgoneta. Al día siguiente preguntamos a los locales y nos dijeron que habían visto unos pumas rodeando la zona. Aquella noche tuvimos suerte.
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Chiapas, boulder en la Selva de Ocote
En El Aguacero o Selva de Ocote, en Chiapas, la gente va a bañarse en el río o a pasear en canoa, pero nosotros vimos un potencial enorme para el boulder. Nos adentramos en la selva hasta que encontramos una buena cantidad de bloques. Acampamos durante varios días y escalamos hasta que nos quedamos sin víveres y tuvimos que regresar a la civilización.
En otra zona de Chiapas, en Tutxla, vivimos una de las anécdotas del viaje. Estábamos escalando en la selva con unos locales cuando nos atacaron unas abejas que salieron los agujeros de un bloque que estábamos a punto de probar. Por suerte ni a Lydia ni a mi nos picaron pero a otros dos compañeros sí. Ellos se pasaron dos semanas en cama con mucha fiebre.
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En Guatemala llegaron a pensar que estábamos buscando oro por las montañas y que lo de escalar era una tapadera para recolectar el oro y llevárnoslo
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Belice, un país virgen para la escalada
En Belice desarrollamos un par de zonas de boulder en el interior del país, una de ellas muy cerca de la capital, Belmopan. Es una cueva enorme de roca caliza con mucho potencial para el boulder, travesías y la escalada deportiva. Pueden salir líneas de hasta 30 o 40 metros.
Creemos no escalada nadie en todo el país, así nos sentimos afortunados por encontrar estos lugares tan escondidos dentro de una frondosa selva.
Guatemala, boulder de altura
Escalar a más de 3.000 metros de altura fue toda una experiencia. Lo hicimos en la región de los Cuchumatanes, en Guatemala, país donde abrimos problemas en varias zonas. En los Cuchumatanes establecimos unos 60 problemas de roca caliza y volcánica repartidos entre tres sectores. Los locales nos habían desaconsejado la zona por motivos de seguridad, sin embargo, encontramos gente maravillosa que no abrió las puertas de su casas y nos dejó escalar los bloques que estaban dentro de sus propiedades, ya que todos se encontraban en zonas privadas.
Honduras, escalando cerca de Tegucigalpa
En Honduras desarrollamos una pequeña zona de boulder muy cerca de la capital, Tegucigalpa. Pasamos unos días limpiando y escalando unos bloques a la orilla de un río, con un clima perfecto y prácticamente solos. Solo un día nos acompañó un local que se encarga de hacer tours turísticos de escalada deportiva y rappel, quien nos trató como si fuéramos de la familia y nos mostró la zona. Al ver nuestro trabajo nos regaló una cuerda vieja de 15 metros que es la que usamos desde entonces para limpiar los bloques.
Las dos primeras zonas de boulder de Nicaragua
Nadie sabía qué era el boulder en Nicaragua. Allí abrimos las dos primeras zonas de boulder del país. Primero paramos en el Cañón de Somoto, conocido por sus tours de barranquismo, donde hay un potencial enorme para la escalada deportiva y para el boulder. El acceso es complicado y largo, así que la mejor opción es acampar en el cañón por varios días para tener el máximo de tiempo para escalar y no perder las fuerzas andando varios kilómetros cada día.
Posteriormente, un local nos enseñó una zona donde tienen abiertas unas cinco vías de escalada deportiva, pero con muchas posibilidades para el boulder. Esta zona se encuentra en las afueras de Matagalpa. Le dedicamos más de un mes de nuestro viaje y compartimos todos nuestros conocimientos con varios interesados en aprender. Los formamos a partir de cursos de boulder y les dejamos un gran regalo. Más de 70 problemas abiertos donde pueden practicar todo lo aprendido. Así nació la primera zona de boulder de Nicaragua y también la primera guía de boulder, que hicimos nosotros mismos antes de irnos.
En Nicaragua no les entraba en la cabeza que gente de España estuviera limpiando piedras del bosque y que después del enorme trabajo, pusieran un colchón en el suelo y subieran por ellas. Cada tarde nos veían regresar del bosque, sucios pero con una sonrisa de oreja a oreja, y no paraban de preguntarnos que porqué lo hacíamos. Que si en España no había piedra y que cuánto dinero ganábamos haciendo esto. Al escuchar nuestras respuestas se llevaban las manos en la cabeza y nos regalaban agua para ducharnos y un plato caliente de arroz con frijoles.
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«Hemos escalado en desiertos, en bosques, en selvas, en cenotes secos, en playas…»
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Costa Rica, la otra cara de la moneda
En Costa Rica cambió un poco todo, ya que encontramos más información sobre las zonas de escalada existentes, más material y más gente practicando boulder. Aun así visitamos una zona muy buena y no muy conocida en la región de Guanacaste, el Líbano, donde contribuimos escalando proyectos abiertos por los locales. También limpiamos varios bloques nuevos. Cerca del mismo sitio, con la ayuda de otro local, vimos el potencial de una zona nueva, en el Cerro Pelado, y le dedicamos varios días de trabajo. Allí salieron problemas muy buenos y físicos.
No faltó la anécdota en este país… Pensaban que éramos gitanos porque pasamos varias semanas acampados al lado del río, cocinando y bañándonos allí, sin movernos. A la gente le extrañaba nuestro comportamiento y no se creían que no teníamos casa. Les explicábamos que nuestra furgoneta era nuestra casa y les parecía fascinante que fuéramos recorriendo países, buscando lugares donde escalar y viviendo una vida muy simple.
También compartimos sesiones de boulder con los monos, que se quedaban mirándonos desde lo más alto de los árboles y a veces ¡se cagaban encima nuestro!
Última parada, Panamá
Panamá ha sido, de momento, nuestra última parada. No le hemos dedicado mucho tiempo porque llegamos en temporada de lluvia. Visitamos un sitio muy bonito en el norte, Boquete. Una propiedad privada donde contamos con el consentimiento del dueño. Limpiamos y escalamos varios problemas nuevos pero con las lluvias diarias nos hemos desanimado y hemos seguido el viaje.
Cada zona que hemos desarrollado es diferente a la anterior. Hemos escalado en desiertos, en bosques, en selvas, en cenotes secos (cuevas donde anteriormente había agua subterránea), en playas… El tipo de roca es diferente en cada lugar y todos han significado mucho para nosotros. Hemos abierto bloques desde 1 metro de altura a los 8 metros, cubriendo todo tipo de estilos: slabs, placas, desplomes, techos, etc… Respecto a los grados, pueden variar desde el V0 al V11 y hemos dejado proyectos más duros en algunas de las zonas que hemos desarrollado.
Hemos dibujado mapas de todas las zonas, recopilado información útil, aproximaciones, etc… Todo lo que necesita cualquier escalador para visitar estas zona. En un futuro próximo publicaremos una autobiografía que también servirá como guía de boulder.