El escalador extremeño Alberto Ginés ha asombrado a propios y extraños pasando a la historia como el primer ganador de un oro olímpico. El novedoso formato de la competición que ha aunado la dificultad en vías, con la de boulder y la velocidad ha abierto el camino a las sorpresas, una ventaja que ha sabido aprovechar a las mil maravillas Ginés.

Con un perfil bajo y humilde ha conseguido hacer su juego y auparse de una manera asombrosa por encima de las grandes figuras internacionales de la escalada. Gente como Adam Ondra, Alex Megos o Jakob Schubert han pasado de saborear la miel en los labios a acabar por detrás del español. Lo cierto es que esto podía suceder en un formato que poco ha tenido que ver con lo que hasta ahora entendíamos por escalada deportiva y que de una manera inteligente ha premiado el espectáculo televisivo sobre las reglas establecidas de la propia actividad.

Se dice que de todos los deportes que se estrenaban en estos Juegos, la escalada ha sido el más seguido y el que más espectáculo ha generado. En gran parte gracias a la velocidad, una disciplina que hasta ahora, poco o nada interesaba al mundo de la vertical.

El mérito de Alberto es innegable. En un país en el que solo se apoya a sus deportistas cuando ganan – desgraciadamente tenemos el ejemplo de muchos deportes que no han interesado a nadie hasta que no ha habido un campeón, como por ejemplo la fórmula 1, el bádminton y unos cuantos más- la representación española partía con muchas menos posibilidades, ya que el nivel de las instalaciones para poder entrenar es paupérrima en comparación con la mayoría de los países que han participado en estos Juegos. Alberto ha estado viajando desde San Cugat, en Barcelona, hasta Iruña (Pamplona), casi todos los fines de semana, desde hace más de un año, para poder entrenar la modalidad de velocidad… ¡Cuatro horas y media de coche, solo de ida!

En estas condiciones, lo que ha conseguido el joven escalador extremeño, además de espectacular, es historia: ¡Muchas felicidades Alberto!

A partir de aquí el tiempo dirá. Está claro que el triunfo de la escalada en los Juegos Olímpicos va a atraer a muchísima gente a nuestro deporte, todavía más de lo que lo venía haciendo los últimos años, donde hemos asistido a una proliferación espectacular de los rocódromos en todo el mundo.

El número de escaladores se va a multiplicar exponencialmente y seguro que ya nada va a ser como antes. Básicamente porque aunque solo sea una pequeña parte la que pase al medio natural, el colapso tanto de gente como medioambiental que podemos sufrir puede ser importante. Muchas de las personas que vengan no tendrán nuestra cultura montañera y esto acabará acarreando problemas tanto de sostenibilidad como de convivencia en los sectores y los lugares de acampada.

Por el contrario, también habrá beneficios, porque una parte de la sociedad acabará abrazando los valores montañeros y amando la naturaleza tanto como la amamos todos nosotros.

Al final de nuestro libro Aupa Pou: Una Vida Encordados (Sua Edizioak, 2021) hacemos una profunda reflexión sobre la llegada de los Juegos Olímpicos a la escalada y viceversa. Os lo recomendamos encarecidamente.

Tras la sorpresa que se ha llevado mucha gente con el resultado de la competición y “el patinazo” de las principales figuras internacionales, la comunidad escaladora se está haciendo la siguiente pregunta: ¿El nuevo formato olímpico es o no es escalada?

Bueno, a día de hoy creemos que ya poco importa… Ha venido para quedarse, así que disfrutemos de él, y sobre todo, disfrutemos de lo que ha conseguido Alberto, ¡que ha sido muy grande!