30 de abril de 2024
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Profesionales de la escalada

Santi Valerga: «La escalada dará un salto gigante en unos meses, tenemos que estar preparados»

El gremio de los guías de escalada ha sido uno de los más afectados en el ámbito de las profesiones relacionadas con la escalada durante la pandemia. El guía argentino establecido en Catalunya nos explica su experiencia

Santi Valerga guía de escalada
Santi Valerga ejerce la profesión de guía de escalada en la zona de Catalunya. Foto / Esteban Lahoz
 

El fin del estado de alarma, y anteriormente la sucesiva reducción de restricciones a la movilidad y otras medidas, ha favorecido a una progresiva recuperación de la actividad económica en muchos sectores. En el ámbito de las profesiones relacionadas con la escalada, el de los guías, concretamente, ha sido uno de los que más ha agradecido la apertura de las fronteras entre comunidades autónomas.

Santiago Valerga es un argentino de 41 años, oriundo de Buenos Aires, aunque creció en San Martín de los Andes. Ejerce la profesión de guía de escalada desde hace dos décadas, primero en Argentina y Estados Unidos, y ahora en España. A través de su compañía, South Climb, él  y su equipo todas la semanas imparten cursos de escalada y acompañan a clientes en diversos tipos de actividades.

La explosión de la pandemia tocó de pleno a su actividad económica y los últimos meses no han sido fáciles de gestionar, ni para él ni para el resto de guías de escalada y otros deportes de montaña en España.

En esta conversación que mantenemos con Santi conocemos un poco mejor su historia, la profesión del guía de escalada y la actual situación de un sector en pleno crecimiento.

«Hasta el inicio de la pandemia trabajaba más con clientes extranjeros que con locales»

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¿Cuál fue tu trayectoria profesional antes de instalarte en Catalunya?

Fui por primera vez a Estados Unidos en 2001. Quería probar suerte como monitor de esquí en Aspen (Colorado). A partir de ahí entendí que mi vida y lo que me apasionaba era compartir la montaña con los demás, transmitir mi pasión y mis experiencias.  Dejé Buenos Aires, donde trabajaba para un despacho de abogados y comenzó la aventura.  Al llegar a Estados Unidos, las cosas no fueron fáciles. Empecé trabajando en un restaurante y en mi tiempo libre iba a esquiar y entrenar para poder sacarme las titulaciones de monitor. No fue hasta mi segunda temporada allí que logré sacarme el nivel 1 de esquí  alpino y empecé a trabajar en la escuela de esquí como monitor con niños. Poco a poco fui consiguiendo todas las titulaciones de esquí. Hacía doble temporada, combinando Estados Unidos y Argentina, y aprovechaba el tiempo entre temporadas para viajar a distintos lugares del mundo a escalar. 

Santi Valerga y Gerard Aluja durante una jornada de escalada en Siurana. Foto / Pau Alonso

También competías en escalada. 

Sí, en esa época estaba muy centrado en el entrenamiento y en las competiciones de escalada. Competía en el circuito nacional en Argentina y cuando estaba en Estados Unidos participaba en todas las competiciones locales que podía. En 2011 tuve la suerte de poder representar a Argentina en una prueba de la Copa del Mundo de escalada que se celebró en Boulder (Colorado). 

¿Podías compaginarlo todo?

Fueron años de juventud donde sobraba energía y pasaba el tiempo entrenando, escalando, esquiando y viajando. Un día tipo en mi vida en esa época era algo así: Me despertaba a las 6am para entrenar en la estación de esquí para las carreras de esquí de montaña.  Luego trabajaba hasta las 4pm dando clases de esquí. Después me iba al rocódromo a entrenar y de allí a un bar a trabajar.

Ese era mi ritmo de vida cuando estaba en Aspen. Después llegaban unos meses más tranquilos en Argentina. Allí estaba encargado de la sección de esquí de montaña de un club en San Martín de los Andes. Enseñábamos a los niños esquí alpino, pero también a hacer esquí de montaña, escalada en hielo, etc. Realizábamos campamentos invernales, durmiendo en cuevas de nieve o iglús, talleres de rescate en aludes y muchísimas actividades más relacionadas con la montaña. 

¿Cuándo llegas España y por qué motivo?

En 2014, un poco cansado de hacer temporadas invernales, mi cuerpo me pedía un cambio, calorcito, buen clima y escalada.  Ya conocía Siurana, pero no llegué a Catalunya con la idea de quedarme a vivir en la zona. Simplemente pensaba en pasar unos meses escalando aquí y luego la idea era irme a Italia, a Arco. Pero los meses fueron pasando y ya se han convertido en años.  

¿Desde qué año ejerces como guía? 

En 2001 ya daba algunos cursos de escalada en un rocódromo en Buenos Aires. En 2009 saqué mi titulación como guía de escalada en Estados Unidos y empecé a realizar algunos guiajes entre temporadas en sitios como Red Rocks (Nevada) y también en San Martin de los Andes (Argentina). En 2017, ya instalado en Catalunya, decidí realizar la formación nacional para no tener que esperar todo el proceso de homologación. 

¿En qué lugares has guiado?

He guiado a lo largo de los años en sitios como Colorado, Nevada, Utah, Tailandia, Grecia, Patagonia argentina y chilena, Brasil, Perú y España.  

Cuando estalló la pandemia en marzo de 2020 tenías una buena base de clientes y un calendario de reservas completo a varios meses vista. 

Hasta el inicio de la pandemia trabajaba más con clientes extranjeros que con locales. Al principio, como cualquier otra situación que puede ocurrir de manera tan inesperada, me generó un poco de pánico. Acababa de tener un hijo y veía como todos los frutos del esfuerzo de estos años en Catalunya se desmoronaban completamente. Pero supongo que todos los que vivimos la montaña como forma de vida estamos acostumbrados a situaciones imprevistas, a parar la pelota y recalcular. Tenemos cierta capacidad de adaptación y ese pánico que produce lo desconocido nos es muy familiar y podemos gestionarlo mejor. 

¿Y cómo gestionaste la situación?

En primer término entendí que era importante adaptarse.  Empecé a crear cuestionarios sobre la historia de la escalada, sobre material, etc… Los enviaba a todos los alumnos que habían pasado por los cursos o realizado otras actividades conmigo. Así  podían distraerse del estrés que generaba la situación y de paso medir sus conocimientos sobre la escalada y la montaña en general. También hice una serie de vídeos con maniobras de seguridad y entrenamiento funcional en casa que compartía con ellos. Todo esto me sirvió para mantener el contacto con mis clientes y en algunos casos reforzar el vínculo.  

También aproveché para rehacer mi página web y reenfocar el contenido de mis canales en las redes sociales al público local. En todo este proceso de adaptación fue crucial la colaboración de muchas personas y empresas de mi entorno: el rocódromo Monobloc, en Reus, Fixe, Tenaya, etc.

Final del día en el sector El Dard, en Arbolí. Foto / Pau Alonso

¿En qué medida te afectó el confinamiento duro?

El confinamiento duro de marzo a mayo de 2020 fue brutal para mí en términos económicos, pero aún más anímicamente. No estaba acostumbrado a estar tanto tiempo encerrado en mi casa. Pero como todo lo malo tiene algo de bueno, lo positivo fue que tuve tiempo para disfrutar de los primeros meses de vida de mi hijo, lo cual en una situación normal no hubiera sido tan fácil. 

«Muchas personas repiten en nuestros cursos, más que por los contenidos en sí mismo, por el ambiente que se genera, la buena onda y la diversión»     

¿Qué tal fue la vuelta a la actividad?

Cuando pude volver a trabajar cambió casi todo. Pasé de hacer tours de escalada de una semana con escaladores que venían de Estados Unidos u otros países a trabajar al cien por cien con público local. Sobre todo muchísima gente que quería salir de la ciudad y realizar alguna actividad en la montaña. La escalada resulta ser una actividad muy atractiva para disfrutar del aire libre. Bautizos de escalada, cursos de iniciación y cursos de vía larga han sido las tres actividades que más demanda han tenido durante los últimos meses. 

Nosotros nos ocupamos de la seguridad y de crear un ambiente ameno y agradable para que todos los participantes de las actividades vivan momentos únicos e inolvidables. Muchas personas repiten en nuestros cursos, más que por los contenidos en sí mismo, por el ambiente que se genera, la buena onda y la diversión.

 

[Descubre South Climb. Cursos de escalada y actividades guiadas]

     

Las sucesivas limitaciones a la movilidad que hemos vivido, ¿han afectado mucho a tu trabajo?

Ha sido un sube y baja en todos los aspectos. A lo largo del año ha sido imposible planificar a más de 15 días vista. Los momentos más duros han sido los confinamientos municipales. Básicamente suspendimos todas las actividades. Aunque sobre todo han sido momentos duros emocionalmente. Costaba mantener la motivación para seguir generando cursos y actividades, para seguir adelante con los proyectos laborales, etc.  

¿Cuál es el perfil de cliente con el que acostumbras a trabajar?

Actualmente es un perfil bastante variado. Desde jóvenes y adolescentes que están descubriendo este mundo hasta personas más adultas o familias que quieren aprender para poder disfrutar de la actividad todos juntos. También hay un buen número de personas que ya son escaladores con experiencia pero valoran mucho el reciclarse y seguir progresando tanto a nivel técnico como en seguridad. Nosotros mismos, como guías, nos reciclamos constantemente.  

«Sería importante que desde la AEGM se realizara una labor para poner en valor nuestro trabajo y se abogara por el reconocimiento de todas las especialidades»

Como guía de escalada, ¿cómo valoras la situación del sector actualmente en España?

Actualmente el sector tiene mucho potencial para crecer.  No me gusta criticar el trabajo que se ha hecho hasta el momento o cómo se han gestionado las cosas, pero creo que el potencial que hay es impresionante. Para poder desarrollar ese potencial hace falta un colectivo de guías (da lo mismo la especialidad) que esté más unido a nivel nacional, pero también que haya delegaciones regionales, ya sea por autonomía o por provincias. Durante la pandemia hemos visto como cada comunidad, provincia o región sanitaria ha funcionado de diferente forma en muchos aspectos y esto no es ajeno a nuestro trabajo. Por ese motivo creo que si hubiera un colectivo de guías unido a nivel nacional y delegaciones regionales para gestionar lo específico de cada zona todo podría ir mucho mejor. Se podrían establecer tarifas mínimas para no generar competencia desleal entre los guías y los «pseudo guías», por ejemplo. Actualmente sigue habiendo mucho intrusismo y nuestro rol de guías aquí en España no acaba de valorarse como en otros países de Europa. 

La Asociación Española de Guías de Montaña (AEGM) está consolidada y tiene ya un reconocimiento en todo el mundo. Sería importante que desde esta institución se realizara una labor para poner en valor nuestro trabajo y se abogara por el reconocimiento de todas las especialidades, pero para que eso suceda se debe dar participación a todos los socios. Ya hemos aprendido que trabajando online podemos hacer grandes cosas. Y es muy fácil hoy en día poder dar voz y voto a todos aunque estemos a cientos de kilómetros de distancia. 

La escalada dará un salto gigante en unos meses y tenemos que estar preparados para ello.  

Cada vez son más las personas que se forman para ser futuros guías, ¿qué consejo les darías?

Si están haciendo esta formación para hacer dinero ya pueden ir buscando otra cosa. Esta profesión es equiparable a ser un docente. No se paga bien y nunca se pagará bien, teniendo en cuenta los riesgos que conlleva nuestro trabajo. Es una profesión que requiere de mucha pasión por lo que haces. Te tiene que gustar estar en la montaña cada día y sobre todo te tiene que gustar compartir tu pasión. No es lo mismo ir a escalar con amigos que estar guiando. Pero si te apasiona compartir la montaña, compartir tus conocimientos y sobre todo, te apasiona regalar a los demás experiencias únicas e inolvidables, esta es la mejor profesión del mundo. Es muy gratificante.

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